Todo indica que GoPro, la empresa
que popularizó las llamadas “cámaras de acción“, está trabajando en
el desarrollo de su propia línea de drones para el mercado de
consumo.
Los drones, llevados al mercado de consumo por compañías como la francesa Parrot,
la china DJI o la
norteamericana 3D Robotics, se han convertido en uno de los sitios más
habituales para montar una cámara de las fabricadas por GoPro: los más
populares, como el DJI de la ilustración, tienen precios que oscilan entre los
quinientos y los mil dólares, y suelen incorporar monturas específicas para las
cámaras de la compañía. El mercado para este tipo de dispositivos está
experimentando un fuerte crecimiento, y se calcula que puede llegar a los dos mil millones de dólares en el año
2020.
GoPro es un ejemplo claro de una compañía que ha sido capaz de convertirse en
estándar de un mercado: sus cámaras, con infinidad de accesorios para montarlas
sobre prácticamente cualquier cosa, son protagonistas de todo tipo de deportes
extremos, y han redefinido prácticamente los atributos de este subsegmento.
Alimentada por un marketing espectacular y con unas ventas claramente
crecientes, la compañía salió a bolsa en junio del pasado año con una
valoración de tres mil millones de dólares, y sus acciones, que debutaron inicialmente a $31, han llegado en
algunos momentos a alcanzar los $94. Con esos recursos disponibles y unas
ventas esperadas para la campaña de navidad de entre quinientos y seiscientos
millones de dólares, el movimiento de la compañía parece tratar de prevenir la
posibilidad de que los fabricantes de drones pudiesen decidir incorporar sus
propias cámaras, lo que podría generar un descenso en la demanda de las
fabricadas por la compañía.
Las cámaras de GoPro están posicionadas en precios que oscilan entre los $200
y los $400 para la serie Hero. Hablamos de un producto que suele generar
beneficios a la compañía no solo por su venta, sino por la demanda derivada de
los múltiples accesorios de que dispone: monturas, fundas impermeables,
mecanismos de succión para situarlas sobre superficies lisas, etc. Visto así, un
dron puede ser interpretado como una extensión de gama, un accesorio más, un
lugar más sobre el que montar la cámara, con la particularidad de que, en este
caso, el accesorio tiene un precio más elevado que la cámara que, en muchos
casos, puede motivar su compra.
La compañía podría, aprovechando la consideración de estándar de mercado que
tiene su producto, tratar simplemente de llegar a acuerdos con fabricantes de
drones para asegurar el uso de sus cámaras. Sin embargo, ha preferido optar por
un movimiento más agresivo y competir directamente con ellos, en un mercado
caracterizado por la rápida popularización y descenso de precio de sus
componentes. Un dron, hoy, es mucho más que un conjunto de hélices y un mando a
distancia: la incorporación de sensores de todo tipo, acelerómetros, GPS, etc.
ha llevado a que dispongan de funciones inteligentes como la estabilización
automática, el seguimiento, la navegación programada o la vuelta a la base
cuando la batería está próxima a agotarse. Los vídeos tomados desde drones
llevan tiempo recibiendo bastante atención: las barreras de entrada relacionadas
con su producción han ido disminuyendo hasta ponerlos al alcance de
prácticamente cualquiera.
La entrada en el mercado de los drones de GoPro podría marcar un incremento
todavía más fuerte de la popularidad de este tipo de dispositivos, con que
simplemente tuviese un éxito comparable al que fue capaz de obtener con sus
cámaras. ¿Estamos preparados para un mundo en el que los drones están al
alcance de cualquiera? E.Dans
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