martes, 18 de noviembre de 2014

Hogares conectados… ¿a qué?

Nest DropcamA medida que se acerca el momento crucial del año para las compras de productos de electrónica de consumo, vamos viendo emerger una categoría, la del llamado smart home u hogar conectado, con cada vez más integrantes dignos de mención. A los ya conocidos termostatos y detectores de humo de Nest se une la última adquisición de la compañía, Dropcam, cámaras inalámbricas que pueden dejarse en cualquier lugar de la casa y ser monitorizadas desde cualquier dispositivo. Al tiempo, aparece un proyecto de Amazon, el Echo, un cilindro a modo de asistente digital siempre conectado al que podemos preguntar prácticamente cualquier cosa en cualquier momento.
La sensación inmediata es la de cierta inquietud: servicios, sí, reducción de incertidumbre o de riesgos, de acuerdo, pero… ¿qué hay “al otro lado”? Lógicamente, a poco que lo razonemos, la sensación no debería ser muy superior a la que nos produce tener un sistema de alarma con cámaras como hay cientos de miles instalados en el mundo: sí, en caso de intrusión en nuestra casa, esa cámara podría probar su valor enviando imágenes que permitiesen discernir si se trata de una verdadera actividad delictiva o de una falsa alarma, pero en el fondo, todos nos imaginamos en el papel de la persona que monitoriza esos dispositivos cayendo víctimas de la curiosidad y lanzando conexiones aleatorias a ver qué hacen los habitantes de un hogar determinado (que no, por supuesto, no pretendo implicar que eso ocurra actualmente o que no existan controles para ello… simplemente reflejar algo que probablemente a todo propietario de una de esas instalaciones se le ha pasado por la imaginación).
En el fondo, la cuestión es muy sencilla: intuitivamente, mientras una empresa de alarmas vive de vender alarmas y servicio y no tiene nada que ganar – y sí potencialmente mucho que perder – en la explotación de los datos de sus usuarios, lo que reduciría un eventual mal uso a una situación aislada por parte de un empleado irresponsable, una empresa como Google o Amazon tiene una parte importante de su modelo de negocio anclado precisamente en el estudio detallado de los datos generados por sus usuarios. Si a los temores vinculados a la posible explotación de los datos por parte de la empresa que nos vende los productos y servicios unimos los derivados de la posible intercepción de los datos en la red, como de hecho ocurre ya con numerosas cámaras web deficientemente protegidas, hablamos de un escenario que puede generar en muchos una cierta incertidumbre.
Las mencionadas inquietudes pueden apreciarse en la forma en que los medios tratan las noticias relacionadas con esta categoría de dispositivos: en Re/code, el titular de la noticia viene a ser algo así como “¡Venga, pon este dispositivo de vigilancia propiedad de Google en tu casa, va a ser genial!”, mientras en Gizmodo se dan al símil bélico y  hablan de “Cómo está utilizando Nest todos los datos que obtiene de su ejército de detectores de humo“. Mashable se refiere al Echo de Amazon como “el extraño dispositivo que probablemente es más de lo que parece“, mientras la conocida tira cómica The Joy of Tech le dedica una página mostrando a una pareja empeñada en conseguir hablar directamente con Jeff Bezos a través del dispositivo, en modo “Jeff, sabemos que estás ahí escuchando…
La recepción de esta categoría de dispositivos no deja, además, de tener su tono jocoso: Fast Company publica una parodia del vídeo original de lanzamiento del Amazon Echo en modo “rebelión de los electrodomésticos”, con un cilindro políticamente incorrecto al que además algún miembro de la familia no le cae especialmente bien. O el propio marketing de Nest, que en su última campaña de anuncios se centra precisamente en factores como los comportamientos obsesivos, la opinión del abuelito tecnófobo, o la preocupación del niño que todo lo rompe o del perro que destroza la casa ante la idea de ser monitorizados constantemente. Humor inteligente, sí, y supongo que bien balanceado por quienes se encargan de diseñar estas campañas – dirigidas por el momento, no lo olvidemos, más al segmento de geeks impenitentes que al usuario medio – pero que no dejan de pulsar precisamente en ese tipo de miedos que provienen de poner ese supuesto “dispositivo que todo lo ve o todo lo siente” en un entorno como el hogar.
 

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