La libertad en muchas ocasiones significa pagar el precio
de estar dispuesto a hacer lo que tienes que hacer por ti mismo, andar un camino
sin flechas ni indicaciones. Esto quiere decir que cuando falles o compliques
las cosas, estará en ti y sólo en ti poder solucionarlo. No habrá dedos que te
señalen, pero tampoco habrá nadie a quien echarle la culpa.
Es terrorífico, y es liberador.
Cuando apartas a un lado la racionalización, cuando eliminas el permiso,
cuando suprimes el “nadie me ha dicho cómo hacerlo” o “sigo esperando las
instrucciones de mi jefe” o todo ese tipo de excusas.
Cuando eres el único responsable del resultado de tus elecciones, entonces –
y únicamente entonces – eres realmente libr
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