Un estudio de RBC Capital Markets demuestra que los
clientes de Amazon Prime, que pagan una cuota anual de $99 a cambio de
envíos ilimitados gratuitos en dos días, acceso a películas y series, y a una
lista de más de medio millón de libros electrónicos igualmente gratuitos, gastan una media de $530 anuales en Amazon frente a los $320 que
gasta un cliente no suscrito al servicio, un incremento del 68%. Claramente,
el servicio Prime convierte a los clientes no solo en más fieles, sino
prácticamente en clientes cautivos.
El caso de Amazon Dash, del que hablamos recientemente, sigue exactamente la misma filosofía:
sus clientes en Seattle y California pagan una cantidad fija anual en concepto
de logística ilimitada, reciben el dispositivo para encargar todas sus compras
de productos de supermercado (Amazon Fresh), y pasan a incrementar su facturación con la
compañía en un notable porcentaje, generando un fuerte efecto de sustitución
sobre el supermercado tradicional: escanear o decir el nombre de los productos
que necesitas, y que estos aparezcan por la puerta.
Amazon trabaja la idea del cliente cautivo de muchas maneras diferentes, y
con notable eficiencia: el programa Top
Reviewers brinda a personas dispuestas a evaluar productos de la compañía la
posibilidad de recibir una amplia variedad de productos gratis y condiciones muy
ventajosas en forma de descuentos y cheques regalo, que van mejorando a medida
que publican más y mejores evaluaciones.
La idea del cliente cautivo me llevan a hablar de mi relación personal con
Amazon: como académico, soy una persona que tiende a leer mucho, y la práctica
totalidad de lo que leo lo consumo en Kindle. La propuesta de valor es clara: por un lado, dispongo de un
repositorio en la red de todo aquello que he considerado interesante subrayar o
anotar para su uso posterior. Por otro, la comodidad de poder acceder a todos
mis libros desde cualquier dispositivo (tengo la app de Kindle
instalada en el ordenador, en el tablet y en todos los smartphones que utilizo)
en cualquier momento: es perfectamente normal que aproveche cualquier momento de
espera para progresar un poco en mi lectura con el dispositivo que tenga a mano
en ese momento. Y una tercera razón, si cabe, mucho más evidente: gestionar mi
programa de afiliación en Amazon.es me permite mantener un
balance de entre cien y doscientos euros en mi cuenta de Amazon.es, de la que
salen todas mis compras de libros y las de mi familia, a cambio simplemente de
utilizar el enlace personalizado de Amazon.es cada vez que hablo de un
libro en mi página (algo que no me lleva, como es evidente para cualquiera que
me siga habitualmente, a citar más libros para intentar maximizar esos ingresos…
sigo citando libros como lo he hecho siempre, únicamente cuando tengo algo
interesante que decir sobre ellos). Cada persona que entra a través de mis
enlaces a Amazon me supone entre un 5% y un 10% de todo lo que compre, no solo
de aquello que yo enlacé. Tengo cuenta en el sistema de afiliación de Amazon
desde la época en la que viví en los Estados Unidos, siempre he cobrado mis
ingresos en forma de cheques regalo, pero nunca supusieron nada significativo
hasta que empezó a funcionar la subsidiaria española.
Lectura más cómoda y práctica para el tipo de uso que hago, y libros gratis
mediante un sistema transparente, en el que puedo en todo momento entrar para
ver cuánto ha generado un enlace determinado y cuánto ha vendido Amazon gracias
a ello. Entender hasta qué punto me considero un cliente cautivo de Amazon
resulta muy sencillo: a cualquier otra empresa que quisiera obtener una parte de
mi consumo de esa categoría le resultaría prácticamente imposible hacerlo sin
poner encima de la mesa un tratamiento similar. No deja de ser un acuerdo muy
interesante: generalmente, los clientes cautivos suelen serlo a su pesar, por
algún tipo de acuerdo que los retiene. En este caso, los clientes cautivos de
Amazon suelen estar completamente satisfechos con su servicio: cautivos, pero
encantados de serlo. Una propuesta de valor bien diseñada, para dar lugar a una
oferta que no se puede rechazar.
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