El hogar
inteligente, o smart home, es un tema del que se lleva hablando
muchísimo tiempo. Cerraduras sin llave, calefacciones y aires acondicionados que
aprenden de nuestros hábitos y mantienen una temperatura ideal para el confort,
luces que se encienden, regulan y apagan de maneras comodísimas y centralizadas,
consolas y mandos a distancia verdaderamente universales, detectores de monóxido
de carbono… toda una promesa apetecible para los tecnófilos que, como es
habitual en la mayoría de los desarrollos tecnológicos, avanzaba de manera
irregular, pieza a pieza, sin una dirección clara. Un complejo entorno de
protocolos, fabricantes e integradores que terminaba por generar una realidad
que solo estaba al alcance del que tenía o bien mucho dinero, o mucha voluntad,
o mucha habilidad, o las tres cosas a la vez.
El panorama empieza a clarificarse ahora, cuando asistimos a la toma de
posiciones de los grandes: en su última WWDC, Apple presentó Homekit, un intento de convertir el iPhone en
una especie de hub en el que se concentra toda la información y los
controles de todo aquello relacionado con el hogar inteligente, con la misma
filosofía que proponen con HealthKit para centralizar la información de todos
los dispositivos que controlan nuestra salud.
Tan solo dos semanas después, para algunos como reacción al anuncio de Apple, Google ha presentado su alternativa para el hogar inteligente como anticipo a su conferencia de desarrolladores, el Google I/O, y
lo ha hecho utilizando la recién adquirida Nest, que se establece como punto central de la arquitectura. En realidad, ambos sistemas
se basan en el desarrollo de una API abierta en la que otros fabricantes
integran sus dispositivos: en el caso de Nest, se anticipan colaboraciones con
empresas como Mercedes Benz, Whirlpool, Jawbone, LIFX y sus bombillas inteligentes, las
puertas de garaje automáticas de Chamberlain, los mandos a
distancia de Harmony, el gestor de reglas condicionales IFTTT (If This Then That) o las recién adquiridas cámaras de Dropcam, todo ello agrupado bajo
una certificación de “Works with
Nest“ y gestionado mediante la capa de interacción con el usuario que
proporciona Google Now. Ideas como que tu sistema de calefacción o aire
acondicionado reaccionen cuando tu automóvil inicia el camino a casa, que las
bombillas parpadeen en color rojo si se detecta una elevación en el nivel de
monóxido de carbono, o que las condiciones de la casa cambien cuando el usuario
se acuesta o se levanta de la cama según indica su brazalete de Jawbone.
Sin duda, uno de los escenarios que sedujeron a Nest Labs a la hora de poner
en valor la adquisición por parte de Google. En el aire, por supuesto, la
gestión de toda la información generada por las acciones del usuario: ¿qué valor
puede tener saber exactamente cuando un usuario se acuesta o se levanta, llega o
sale de casa, ilumina las habitaciones, gestiona la temperatura, y todo lo que
se nos pueda ocurrir a medida que más y más fabricantes conectan sus
dispositivos a esta red? ¿Qué hay que poner encima de la mesa, además de simple
comodidad, para que los usuarios nos encontremos cómodos compartiendo esa
información? ¿A qué escenarios nos lleva algo así? E.Dans
Browse » Home