A los políticos se les pide
que no se aprovechen de su condición para todo, que trabajen y que no
vivan tan pendientes de salir en la foto.
Aprovecho estas líneas para felicitar el Año Nuevo,
deseando a todos un mejor 2015, tras un 2014 que ha tenido de todo y que
me lleva a desear un “mejor 2015”, porque pienso que lo va a ser en
líneas generales, aunque se presenta lleno de incógnitas y algunas de
ellas no de fácil solución.
En el terreno político, 2015 ofrece tres citas electorales – municipales, autonómicas y, a finales de año, generales- que tienen muchos ingredientes para poner a prueba tanto a los políticos como a los ciudadanos, que hemos de demostrar que tenemos los representantes políticos que nos merecemos.
La repulsa generalizada de la sociedad hacia los políticos ha alcanzado cotas desconocidas hasta ahora en España. Se exige ejemplaridad a los políticos y no nos basta la explicación de María-Dolores de Cospedal de que la corrupción en los políticos es la que existe en la sociedad: sin entrar en más consideraciones, pienso –creo que como la mayoría- que la corrupción política es superior a la que existe en la sociedad, y exige muchos cambios en los partidos políticos.
Una pequeña anécdota puede ilustrar el sentir ciudadano. Hace unos días, en una ciudad española, se inauguró un tranvía novedoso, y el día que se inauguró se ofreció que los ciudadanos viajaran gratis. En una de las paradas de ese tranvía, había una fila de medio centenar de personas, familias con niños en plan festivo, ancianos, personas de mediana edad, etcétera, y llegaron unas autoridades locales y autonómicas que, en vez de hacer fila, subieron al tranvía antes que los que hacían cola. ¿Reacción de ese medio centenar de personas? Abuchear a los políticos. ¿Cómo no se dan cuenta de que hay hartazgo social hacia los privilegios de los políticos, y que lo que se pide es que sean servidores públicos y no ir por la vida con privilegios?
A los políticos se les pide que no se aprovechen de su condición para todo, que trabajen y que no vivan tan pendientes de salir en la foto. De lo contrario, cuando subraya cualquier cargo político que sufre y vive los problemas de todos, con sus pequeñas actuaciones siguen anclados en un modo de ejercer la política que enrabieta.
De esa rabia social hacia los políticos clásicos se está nutriendo el partido “Podemos”, casi sin importar su programa o aunque lo vaya variando casi cada semana. Castigar a los políticos de siempre predomina sobre otras cuestiones, y eso es un gran peligro. Pero han de cambiar los políticos de siempre: caras nuevas y nuevas caras es lo que se reclama.
Varios jóvenes me han comentado que, si les preguntaran ahora a qué partido votarían, contestarían probablemente que a “Podemos”, pero por el afán de poner nerviosos y fastidiar a partidos que llevan gobernando años o décadas, y que en realidad no votarán a “Podemos” ni el 24-M ni en las generales. No sé si representan estos jóvenes con quienes he hablado a una parte importante de los que en las encuestas dicen que votarán a “Podemos”, pero en todo caso reflejan un estado de opinión.
Dentro de ese “mejor 2015”, estoy convencido de que la situación laboral y económica mejorará. Como me comentaba un amigo con sorna, es la ventaja de que haya elecciones periódicas: que para arrancar votos, los partidos aprueban medidas que benefician a los ciudadanos de modo inmediato. El riesgo es que sólo haya medidas electoralistas, fugaces.
Tres citas electorales muy importantes, en las que los políticos tienen el deber de presentarse con otra actitud, con cambios, para que luego los ciudadanos votemos con la cabeza y el corazón, y no con la bilis acumulada, que no es poca.
En el terreno político, 2015 ofrece tres citas electorales – municipales, autonómicas y, a finales de año, generales- que tienen muchos ingredientes para poner a prueba tanto a los políticos como a los ciudadanos, que hemos de demostrar que tenemos los representantes políticos que nos merecemos.
La repulsa generalizada de la sociedad hacia los políticos ha alcanzado cotas desconocidas hasta ahora en España. Se exige ejemplaridad a los políticos y no nos basta la explicación de María-Dolores de Cospedal de que la corrupción en los políticos es la que existe en la sociedad: sin entrar en más consideraciones, pienso –creo que como la mayoría- que la corrupción política es superior a la que existe en la sociedad, y exige muchos cambios en los partidos políticos.
Una pequeña anécdota puede ilustrar el sentir ciudadano. Hace unos días, en una ciudad española, se inauguró un tranvía novedoso, y el día que se inauguró se ofreció que los ciudadanos viajaran gratis. En una de las paradas de ese tranvía, había una fila de medio centenar de personas, familias con niños en plan festivo, ancianos, personas de mediana edad, etcétera, y llegaron unas autoridades locales y autonómicas que, en vez de hacer fila, subieron al tranvía antes que los que hacían cola. ¿Reacción de ese medio centenar de personas? Abuchear a los políticos. ¿Cómo no se dan cuenta de que hay hartazgo social hacia los privilegios de los políticos, y que lo que se pide es que sean servidores públicos y no ir por la vida con privilegios?
A los políticos se les pide que no se aprovechen de su condición para todo, que trabajen y que no vivan tan pendientes de salir en la foto. De lo contrario, cuando subraya cualquier cargo político que sufre y vive los problemas de todos, con sus pequeñas actuaciones siguen anclados en un modo de ejercer la política que enrabieta.
De esa rabia social hacia los políticos clásicos se está nutriendo el partido “Podemos”, casi sin importar su programa o aunque lo vaya variando casi cada semana. Castigar a los políticos de siempre predomina sobre otras cuestiones, y eso es un gran peligro. Pero han de cambiar los políticos de siempre: caras nuevas y nuevas caras es lo que se reclama.
Varios jóvenes me han comentado que, si les preguntaran ahora a qué partido votarían, contestarían probablemente que a “Podemos”, pero por el afán de poner nerviosos y fastidiar a partidos que llevan gobernando años o décadas, y que en realidad no votarán a “Podemos” ni el 24-M ni en las generales. No sé si representan estos jóvenes con quienes he hablado a una parte importante de los que en las encuestas dicen que votarán a “Podemos”, pero en todo caso reflejan un estado de opinión.
Dentro de ese “mejor 2015”, estoy convencido de que la situación laboral y económica mejorará. Como me comentaba un amigo con sorna, es la ventaja de que haya elecciones periódicas: que para arrancar votos, los partidos aprueban medidas que benefician a los ciudadanos de modo inmediato. El riesgo es que sólo haya medidas electoralistas, fugaces.
Tres citas electorales muy importantes, en las que los políticos tienen el deber de presentarse con otra actitud, con cambios, para que luego los ciudadanos votemos con la cabeza y el corazón, y no con la bilis acumulada, que no es poca.