Finalmente, Uber
decidió anoche suspender temporalmente el servicio UberPOP en España tras el
auto de un juez que, aceptando sin ningún tipo de reservas la petición del
denunciante, concedió unas medidas cautelarísimas, que habitualmente se adoptan
únicamente de forma provisional y por circunstancias de especial urgencia,
mediante un procedimiento extraordinario y sumario sin oír a la parte contraria,
que no fueron comunicadas a la compañía porque supuestamente (siempre según la
parte demandante), “tenía dirección en el paraíso fiscal de Delaware”, aunque la
compañía tiene perfectamente publicitadas direcciones de contacto tanto en
Holanda como en la céntrica Avenida Diagonal de Barcelona.
El comunicado de Uber, firmado por su director en España, Carles Lloret, ha
tenido que ser publicado en una página diferente a la corporativa, blog.pidetuviaje.com, por estar el dominio de Uber
inhabilitado por los proveedores de acceso españoles. Además, la app de Uber da
paso a la notificación que aparece en la ilustración, que conduce a esa misma
entrada.
Que en España se pueda cerrar una página y una actividad con esa facilidad,
en función de información parcial procedente de la parte denunciante y sin que
el juez haga esfuerzo alguno por comprobar su veracidad, es algo que debería
preocuparnos mucho. Si quieres innovar de alguna manera que desafíe mínimamente
a un incumbente, plantéate que seguramente España no sea el país adecuado para
hacerlo. De hecho, plantéate que si quieres innovar, en lo que sea, va a ser
mejor que vayas pensando en emigrar.
La presencia de Uber en España debería servir para muchísimas cosas: la
primera, para plantearnos si el estado actual de la regulación del transporte de
viajeros beneficia a alguien además de a quién actualmente ejerce ese monopolio.
Sin embargo, en lugar de aprovechar para replantearnos esa cuestión, se opta por
no discutir nada, por no pensar siquiera en la situación planteada, y por unas
medidas claramente excepcionales, como si hubiese un “peligro terrible” para
alguien o una pérdida económica desmesurada, circunstancias que, claramente, no
concurren en modo alguno.
¿Por qué Uber lanzó en España UberPOP en lugar del icónico Uber Black, o de
alguno de los otros servicios que posee? Sencillamente, porque la regulación es
tan dura, que únicamente permite la concesión de un escasísimo número de
licencias VTC, en función de un porcentaje de las licencias de taxi existentes,
lo que impide que Uber Black sea un servicio que pueda realmente convertirse en
competitivo. Eso, lógicamente, no impedirá que ahora la compañía se plantee
ahora ofrecerlo en España.
Si yo fuese la compañía, con la que no me une más relación que el hecho de
haberla estudiado para utilizarla como caso en mi curso de Innovación en IE
Business School, traería a España ahora todos los servicios que pudiese, aunque
fuese de manera inicialmente minoritaria. Además, lógicamente, de apelar la
decisión como ya han dicho que van a hacer. Dadas las circunstancias, con una
oficina abierta en España y personal trabajando en ella, lo normal sería que la
compañía optase no solo por tratar de atraer a todos los conductores posibles
con licencia VTC, sino que incluso se plantease traer servicios aún
experimentales en otros países, como el de transporte de productos de
conveniencia, de documentos o de cualquier otro tipo, que permitiesen, además de
mantener la marca viva y funcionando, seguir cuestionando la idoneidad de
plantear barreras al emprendimiento mediante regulaciones aparentemente
inamovibles que impidan la creación de empleo y oportunidades en un país con un
porcentaje de desempleo como el existente en España.
Veremos qué movimientos lleva a cabo la compañía, además lógicamente de
avanzar en el frente judicial. En otros países, las suspensiones de este tipo
han durado únicamente algunos días, hasta que el juez ha podido escuchar a la
compañía. Pero por el momento, si quieres informarte sobre la decisión de Uber,
ya sabes: no lo busques en Google News. La “marca España” parece que consiste en
evitar todo tipo de innovación. El día menos pensado cerramos internet.
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