sábado, 30 de agosto de 2014

El peor hotel del mundo o cómo hacer de la necesidad virtud

Análisis/¿Puede tener éxito una estrategia de marketing basada en las debilidades del producto exageradas hasta provocar repulsión? El Hans Brinker Budget Hotel ha optado por mostrar sin vergüenza alguna todas aquellas características y elementos que los clientes evitan en su elección de establecimiento, para mostrarse sin tapujos como ‘el peor hotel del mundo’. Y parece que les funciona.
Antes de seguir, una advertencia para los estómagos más delicados: por favor, no continúen leyendo, porque algunas de las imágenes que muestra el hotel son repugnantes. Por supuesto que son falsas, exageraciones (al menos eso quiero pensar), pero el simple hecho de vanagloriarse de la falta de limpieza y de productos básicos como toallas o papel higiénico, sorprende, y mucho.
Es un ejemplo más del ya famoso ‘que hablen de mí aunque sea mal’, pero llevado a sus últimas consecuencias. Y de eso en el sector turístico ya hemos tenido ejemplos previos, con hasta hace bien poco la polémica Ryanair a la cabeza. Pero en el caso de este hotel dan una vuelta de tuerca más.
Así, la información facilitada en su página web no empieza demasiado mal: reconoce los servicios que no tiene (piscina, servicio de habitaciones, traslados al aeropuerto, suite nupcial, gimnasio, spa o botones), todos prescindibles para el público al que se dirige, pero sí ofrece “habitaciones baratas, un restaurante, un bar acogedor, una discoteca, servicio de recepción de 24 horas y 500 camas”; además de destacar su estratégica ubicación, el wifi gratis y la comercialización de actividades en la ciudad.
Una muestra de su ¿ingeniosa? publicidad.
Una muestra de su ¿ingeniosa? publicidad.
Hasta ahí bien. Nada fuera de lo común. Lo peor viene cuando curioseas entre los videos de sus campañas, también disponibles en su web. Reconozco que he sido incapaz de terminar de ver el que lleva por título “Accidentalmente ecológico”, aunque sepa que lo que muestran hí no es real, porque en ese caso las autoridades sanitarias holandesas ya hubieran cerrado el hotel hace mucho tiempo.
Pero no puedo entender cómo a alguien que vea ese video lo encuentre divertido y le puedan quedar ganas de visitarlo. Porque ya no sólo se ríe de su déficit de instalaciones, sino incluso del deficiente servicio de su personal, mostrando a la recepcionista durmiendo sobre el mostrador para hacer lo menos posible por los clientes; advierte que aunque dejes las toallas en el suelo tampoco las lavarán; muestra las eco-bebidas en su bar, sobre las que el camarero escurre la bayeta… Y mi estómago no ha podido seguir.
¿Y qué decir de sus "upgrades", que acompañan con imágenes de suciedad en las habitaciones, un ascensor roto desde sus comienzos o la falta de papel higiénico? ¿O de presumir de que sus clientes mejoren su sistema inmunológico durante su estancia por las chinches con las que van a compartir habitación?
A pesar de todo ello parece ser que al hotel, operativo desde hace más de 40 años, no le va mal. Supongo que el ser uno de los establecimientos más baratos de la ciudad, a 20 euros la noche, ha contribuido a ello, ¿pero realmente hay un segmento de demanda que se sienta atraído por una publicidad así, aunque sólo sea para comprobar si es cierta o no? Sin duda hay gente “pa tó”.
De momento lo que ha conseguido el Hans Brinker Budget Hotel es que se hable de él, aunque sea mal, muy mal, pero ¿eso contribuirá a incrementar su clientela? A mí, desde luego, que no me esperen. Debe de ser que no termino de cogerle el tranquillo a este extraño sentido del humor.
Post de vivi hinojosa
 

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