En el desenlace de un caso histórico desde el punto de
vista jurídico, una jueza estadounidense, Loretta Preska, ha
sentenciado que Microsoft está obligada a entregar a la justicia de los Estados
Unidos los datos de un usuario de su correo electrónico implicado en un caso de
tráfico de drogas, pero que estaban almacenados en un servidor en
Irlanda.
En circunstancias normales, el tribunal estadounidense
que investiga el delito tendría que solicitar a Irlanda los datos mediante el tratado legal de asistencia mutua (MLAT) correspondiente, un
mecanismo previsto para ese fin, pero que fue calificado por la parte demandante
como de “generalmente lento y laborioso”. Así que, ante la lentitud del
procedimiento, la jueza opina que es mejor saltarse todos los principios básicos
del derecho internacional y legislar que para los Estados Unidos,
“It is a question of control, not a question of the location of that information”
(“es una cuestión de control, no una cuestión de dónde está la información”)
Una sentencia que Microsoft se ha apresurado a apelar,
pero que de un solo golpe destruye la confianza en toda empresa tecnológica
norteamericana: si eres usuario de los productos de cualquiera de estas
empresas, cualquier petición llevada a cabo por un tribunal norteamericano
llevará a que la empresa ponga todos tus datos a disposición del juez, aunque no
seas ciudadano norteamericano ni tengas nada que ver con los Estados Unidos.
Obviamente, tu información, o la de tus clientes: el hecho de usar los productos
de una empresa norteamericana hará que cualquier juez pueda solicitar a dicha
empresa los datos de tus clientes, por el simple hecho de tener control sobre
ellos, independientemente de la parte del mundo en la que estén esos datos. La
legislación de privacidad y de protección de datos europea o del país que sea no
tiene la menor importancia, y se convierte, de facto, en auténtico papel mojado
si es un juez norteamericano el que solicita esos datos.
El veredicto es equivalente al que los Estados Unidos
utilizan para atacar a personas con drones en cualquier parte del mundo,
independientemente de la jurisdicción en la que se encuentren: para los Estados
Unidos, el mundo es su jurisdicción, está cubierto por la Pax
Americana, y hacen en ella lo que quieren sin encomendarse a dios ni al
diablo. En un mundo que dominan desde el punto de vista tecnológico, acaban de
un plumazo de decretar que toda herramienta perteneciente a una empresa
norteamericana está obligada a entregar los datos de cualquier persona,
independientemente de su ciudadanía o de la localización en la que se encuentre
ese dato. Sencillamente impresionante: acabamos de redefinir el concepto
de “jurisdicción universal”, y además lo hemos hecho en una sola
dirección.
En un mundo que dominan desde el punto de vista
tecnológico, acaban de un plumazo de decretar que toda herramienta perteneciente
a una empresa norteamericana está obligada a entregar los datos de cualquier
persona, independientemente de su ciudadanía o de la localización en la que se
encuentre ese dato. Sencillamente impresionante.
Para algunas industrias, decididamente, esta sentencia
va a ser una importante llamada de atención. La confianza en los productos
tecnológicos de las empresas norteamericanas no termina donde lo hace el acuerdo
de nivel de servicios (SLA) y las cláusulas de confidencialidad que hayas
formado con ellas, sino donde al juez norteamericano correspondiente le dé la
gana. Condiciones como esa, unidas al puro y duro espionaje que gracias a Edward
Snowden sabemos tiene lugar por parte de la administración norteamericana,
hicieron hace poco que el gobierno alemán cancelase un contrato con el proveedor
norteamericano Verizon, y sin duda van a llevar a que empresas de otros
países sean privilegiadas sobre las norteamericanas a la hora de pensar en
determinados contratos en los que la privacidad o el acceso a los datos sean una
cuestión importante.
Una noticia reciente afirma que los terroristas están empezando a utilizar sus propios desarrollos
de criptografía, en forma de apps sobre Android, para proteger así
sus comunicaciones. Tal vez no sea muy tarde para que tu empresa, si valora en
algo la seguridad de sus datos o la de los datos de sus clientes, empiece a
tomar ejemplo de los terroristas y a hacer exactamente lo mismo. E.Dans