domingo, 3 de agosto de 2014

Tenle miedo, mucho miedo

IMAGE: Cubrazol - 123RF (modified)
En circunstancias normales, el tribunal estadounidense que investiga el delito tendría que solicitar a Irlanda los datos mediante el tratado legal de asistencia mutua (MLAT) correspondiente, un mecanismo previsto para ese fin, pero que fue calificado por la parte demandante como de “generalmente lento y laborioso”. Así que, ante la lentitud del procedimiento, la jueza opina que es mejor saltarse todos los principios básicos del derecho internacional y legislar que para los Estados Unidos,
“It is a question of control, not a question of the location of that information” 
(“es una cuestión de control, no una cuestión de dónde está la información”)
Una sentencia que Microsoft se ha apresurado a apelar, pero que de un solo golpe destruye la confianza en toda empresa tecnológica norteamericana: si eres usuario de los productos de cualquiera de estas empresas, cualquier petición llevada a cabo por un tribunal norteamericano llevará a que la empresa ponga todos tus datos a disposición del juez, aunque no seas ciudadano norteamericano ni tengas nada que ver con los Estados Unidos. Obviamente, tu información, o la de tus clientes: el hecho de usar los productos de una empresa norteamericana hará que cualquier juez pueda solicitar a dicha empresa los datos de tus clientes, por el simple hecho de tener control sobre ellos, independientemente de la parte del mundo en la que estén esos datos. La legislación de privacidad y de protección de datos europea o del país que sea no tiene la menor importancia, y se convierte, de facto, en auténtico papel mojado si es un juez norteamericano el que solicita esos datos.
El veredicto es equivalente al que los Estados Unidos utilizan para atacar a personas con drones en cualquier parte del mundo, independientemente de la jurisdicción en la que se encuentren: para los Estados Unidos, el mundo es su jurisdicción, está cubierto por la Pax Americana, y hacen en ella lo que quieren sin encomendarse a dios ni al diablo. En un mundo que dominan desde el punto de vista tecnológico, acaban de un plumazo de decretar que toda herramienta perteneciente a una empresa norteamericana está obligada a entregar los datos de cualquier persona, independientemente de su ciudadanía o de la localización en la que se encuentre ese dato. Sencillamente impresionante: acabamos de redefinir el concepto de “jurisdicción universal”, y además lo hemos hecho en una sola dirección. 
En un mundo que dominan desde el punto de vista tecnológico, acaban de un plumazo de decretar que toda herramienta perteneciente a una empresa norteamericana está obligada a entregar los datos de cualquier persona, independientemente de su ciudadanía o de la localización en la que se encuentre ese dato. Sencillamente impresionante.
Para algunas industrias, decididamente, esta sentencia va a ser una importante llamada de atención. La confianza en los productos tecnológicos de las empresas norteamericanas no termina donde lo hace el acuerdo de nivel de servicios (SLA) y las cláusulas de confidencialidad que hayas formado con ellas, sino donde al juez norteamericano correspondiente le dé la gana. Condiciones como esa, unidas al puro y duro espionaje que gracias a Edward Snowden sabemos tiene lugar por parte de la administración norteamericana, hicieron hace poco que el gobierno alemán cancelase un contrato con el proveedor norteamericano Verizon, y sin duda van a llevar a que empresas de otros países sean privilegiadas sobre las norteamericanas a la hora de pensar en determinados contratos en los que la privacidad o el acceso a los datos sean una cuestión importante.
Una noticia reciente afirma que los terroristas están empezando a utilizar sus propios desarrollos de criptografía, en forma de apps sobre Android, para proteger así sus comunicaciones. Tal vez no sea muy tarde para que tu empresa, si valora en algo la seguridad de sus datos o la de los datos de sus clientes, empiece a tomar ejemplo de los terroristas y a hacer exactamente lo mismo.  E.Dans

 

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