En diciembre de 2012, Facebook comenzó a trabajar en un clon de Snapchat, un
servicio de mensajería instantánea basada en mensajes que se autodestruían en
diez segundos y que crecía con ritmo arrollador. No lo hizo de cualquier manera:
aunque la complejidad del desarrollo no era especialmente elevada, el propio Mark Zuckerberg se implicó en ella, y de hecho terminó
grabando él mismo los mensajes de voz de la aplicación.
Sin embargo, el desarrollo de Facebook, llamado Poke, no resistió ni siquiera
un asalto: mientras Snapchat le daba la bienvenida con estilo y seguía creciendo de forma
desmesurada, Poke recibió una atención escasísima, probando que para ese tipo de
comunicación, Facebook no era considerada por los jóvenes como una buena
opción.
Tras el intento de copia, Facebook planteó la adquisición, y puso encima de la mesa nada
menos que tres mil millones de dólares – por una empresa sin modelo de negocio o
con muy leves indicaciones de tenerlo. Evan
Spiegel, cofundador de la compañía, rechazó la oferta, y muchísimos analistas dijeron que estaba completamente loco. Se rumorea que muy poco tiempo
después, Spiegel volvió a rechazar otra oferta, esta vez proveniente de Google, y de cuatro mil millones de
dólares. De nuevo, para muchos fue la prueba de que a este joven emprendedor se
le había ido la olla.
Hoy, Snapchat protagoniza las portadas de las páginas de referencia
en economía y tecnología tras haber recibido una propuesta de inversión del gigante chino del comercio
electrónico Alibaba, que valora la compañía en diez millones de dólares. No
tres ni cuatro, sino diez, y hay quien dice que aún así podría ser una ganga. Las razones del interés de Alibaba parecen lógicas: competir con
su rival, Tencent, propietarios de WeChat.
De repente, Snapchat, que en los meses que van entre una y otra oferta ha ido
mejorando progresivamente su producto y ha ido recibiendo una atención cada vez
mayor por parte de anunciantes, parece ir ganando en apreciación de los
analistas, y Evan Spiegel ya no es un loco temerario, sino un visionario. Ni los
competidores, ni los escándalos, ni los problemas de seguridad parecen amenazar
la impresionante progresión de Snapchat, que en su momento fue definido por el propio Zuckerberg como “un fenómeno de la
privacidad” y que podría estar convirtiéndose en la forma preferida de
comunicarse de toda una generación.
Snapchat fascina a los inversores. Uno de los primeros que
invirtieron en fase de capital semilla dijo haber conocido la aplicación a
través de su hija pequeña, que le comentó que las tres aplicaciones más
populares en su colegio eran Angry Birds, Instagram… y Snapchat – que era la
única que no le sonaba. Los fundadores no son nuevos en esto: Snapchat es, según
ellos, uno de los más de treinta y cuatro proyectos que intentaron poner
en marcha. Los que pretenden que el
uso de Snapchat es fundamentalmente para sexting y usos similares,
se equivocan: no es posible explicar su nivel de uso únicamente con ese tipo de
actividad.
Por ahora, Snapchat ya parece haber callado muchas de las bocas que la
veían como algo frívolo, absurdo o relegado a ser una curiosidad, así como a los
que vieron como una locura que rechazase aquella oferta. En su momento, se dijo
que las tres posibles razones para rechazar una oferta de tres mil
millones de dólares eran que Snapchat esperase ser como Facebook, como
Twitter, o que estuvieran completamente locos. Lo que sabemos hoy es que el
importante crecimiento de la aplicación y la valoración de la compañía parecen
indicar que podemos estar ante alguna de las dos primeras opciones… que no es
decir poco. E.Dans
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